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Breve historia de las Escuelas Normales

Los centros destinados a la formación de profesores han tenido una trayectoria ligada al desarrollo y la organización de los sistemas educativos. Ya se expuso previamente que a lo largo del siglo XIX, se fue desarrollando en Europa la implantación y normalización de los sistemas educativos, para descentralizar la tarea pedagógica de los poderes eclesiásticos, en paralelo con las corrientes revolucionarias, la industrialización y el reconocimiento del derecho a la educación popular.

Esta corriente supuso una demanda creciente de maestros, que requería el establecimiento de instituciones pedagógicas, promovidas y controladas por el Estado, para su formación; comienzan a surgir así, las denominadas Escuelas Normales; aunque ya previamente se habían dado algunas iniciativas para la preparación de profesores, principalmente por parte de aristócratas alemanes, siguiendo corrientes pedagógicas reformistas. Ya en 1732, se tiene constancia de la primera Escuela Normal, creada por Federico Guillermo I de Prusia.

El termino alemán Normalschule fue empleado entonces por primera vez por el pedagogo austriaco Meβmer en 1770 y dio origen a la expresión empleada para las instituciones para la formación de Maestros, que comenzaron a crearse y a difundirse por toda Europa, las Escuelas Normales, y que han conducido  a  establecer los  sistemas escolares nacionales desde entonces hasta la actualidad.

Un avance importante en el desarrollo de la Escuela Normal se debió, entre otras, a la difusión de las corrientes pedagógicas de Pestalozzi que contribuyeron a estructurar y reglamentar la formación de los futuros maestros. Hay que destacar también que, aunque las Escuelas Normales tuvieron su primera aparición a finales del siglo XVIII, no se extienden definitivamente en Europa hasta bien entrada la segunda mitad del siglo XIX. Por ejemplo, en Prusia se pasa de 28 Escuelas en 1828 a 64 Centros en 1872 o, en Francia se pasa de 11 Escuelas en 1829 a 74 en 1837, mientras que en España se pasa de una Escuela Normal en 1818 a 42 Centros en 1845.

En España, la primera Escuela Normal se creó en Madrid en torno a 1820, aunque ya en 1806 se creaba el Real Instituto Militar Pestalozziano, impulsado por Manuel Godoy destinado a la formación de maestros siguiendo los métodos del pedagogo suizo. En nuestro país, el término Escuela Normal no  fue  el único  que se utilizó siempre para referirse a la formación del maestro, sino que fue tomando diferentes nombres a lo largo de la historia educativa. Así, a lo largo de la mitad del siglo XVII ya se había creado, para ayudar a la formación de los maestros, la Hermandad de San Casiano en Madrid; el Colegio Académico de Primeras Letras o la Academia de Primera Educación, a final del siglo XVIII; o los Seminarios de Maestros o la Escuela Mutua Lancasteriana, a principios del siglo XIX.

En etapas previas a la creación de la primera Escuela Normal, el acceso a la docencia y la habilitación profesional, exigía al aspirante solo el aprendizaje directo al lado de un maestro, como ayudante durante un corto periodo de tiempo, después los candidatos tenían que superar ciertas pruebas demostrativas de sus cualificaciones ante una junta examinadora. Ya, a final del siglo XVIII, se había establecido el reglamento que dotaba de una cátedra para la preparación de educadores de primeras enseñanzas en un régimen de dos horas diarias y prácticas en las escuelas públicas, para ejercitarse en el modo de tratar a los niños. Estas innovaciones suponen las primeras muestras de intervención de los organismos estatales en la preparación de maestros, y llevan  después  a la  creación del  Real  Instituto Pestalozziano mencionado anteriormente.

La aparición y la extensión de las Escuelas Normales en España va en paralelo con la modernización del sistema educativo, después de la muerte de Fernando VII, el final del periodo absolutista y la instauración de un régimen liberal y, tras la influencia de corrientes pedagógicas procedentes de Inglaterra, se buscó instruir a profesores de todas las provincias. Así, el plan de 1838 de Instrucción Primaria, dispuso la creación de Escuelas Normales provinciales y la clasificación en Escuelas Normales Elementales y Superiores. Fue en esta etapa, cuando se creó en Madrid la Escuela Central respaldada por Pablo Montesinos, que había lidiado junto a Gil de Zárate por su establecimiento. En ese periodo, el plan de estudios en la Escuela Normal Elemental, que comprendía  dos  cursos completos, incluía entre sus 11 disciplinas una de Aritmética y Geometría. Es a partir de entonces, cuando tiene lugar la verdadera creación de las Escuelas Normales y la consolidación de la Educación Primaria en España, influenciada por las corrientes pedagógicas provenientes de Europa.

Resulta curioso el Reglamento de 1843, que articulaba y precisaba al anterior de 1838 dado el rápido desarrollo de las Escuelas Normales, en el que se recoge que

“… las escuelas normales han de procurar afianzar en los futuros maestros los saberes indispensables –lectura, escritura y aritmética-, aunque los de adorno solo se aborden ligeramente … pero sobre todo, las nuevas escuelas han de atender con mayor cuidado a la enseñanza de la religión y de la moral … todas las demás podrían suprimirse, excepto ésta…”

La disposición del gobierno de Narváez de 1849 limitó el número de Escuelas, 10 Escuelas Superiores en los distritos universitarios –en La Laguna como Escuela Normal Elemental y más tarde como Escuela Superior- y 22 Escuelas Elementales en las demás provincias. La disposición de establecer una Escuela Normal en cada provincia, llevó a que se creara en 1949 la Escuela ­Normal Elemental de Canarias –provincia única en aquel entonces- en La Laguna.

Aprovechando momentos de auge económico y social en las islas, más tarde, en agosto de 1853 se crearía la Escuela Normal de Maestros de Las Palmas, impulsada entre otros, por Sebastián Suárez Naranjo, alcalde de la ciudad, quien firmó la solicitud de creación; Cristóbal del Castillo y Manrique de Lara, parlamentario que gestionó su creación y puesta en funcionamiento y Antonio López Botas, también diputado, que impulsó su creación y  puso  a dispo­sición los recursos y la infraestructura.

Las dificultades geográficas y económicas que impedían muchas veces el traslado a La Laguna, la preocupación de la clase política grancanaria por la enseñanza primaria de sus ciudadanos, que era muy pobre y que por su  insuficiencia limitaba el desarrollo y el progreso de la sociedad; la escasa formación de los maestros en aquella época y, la fuerte e incesante presión del gobierno municipal de la ciudad y el apoyo desde las Cortes del Estado, fueron los principales factores que llevaron a implantar la Escuela Normal en Las Palmas de Gran Canaria, de la que D. Fernando Suárez Saavedra fue su primer director con carácter interino.

Hay que tener en cuenta también que, aunque en el momento de la creación de las Escuelas Normales en Canarias, todos los centros de las islas dependían en última instancia de la Universidad Literaria de Sevilla, hasta 1927 cuando se crea el Distrito Universitario de Canarias, con la restauración de la Universidad de La Laguna, fue el ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, el organismo que financió su puesta en marcha e inicial funcionamiento.

La Ley Moyano de 1857 volvió a colocar de nuevo, Escuelas  Normales  en  todas  las  provincias  y  una Escuela Normal Central en Madrid. El plan de estudios contenía un curso de Aritmética y otro de Nociones de Geometría, en una estructura de dos cursos para el grado elemental; el grado superior incluía además Complementos de Aritmética y nociones de Álgebra y otra asignatura de Elementos de Geometría.

Con el periodo de la Restauración a finales de 1874, las Escuelas Normales  se  vieron  sumidas  en un abandono general en un primer momento, en un país pendiente de continuos cambios políticos, hasta que la denuncia de la situación quedó patente desde diversos focos. En 1898 la reforma Gamazo reducía a dos cursillos  de  cinco meses cada uno, el tiempo de formación de maestros elementales; a dos cursos de nueve meses el de los superiores, y a un curso más el de los maestros de Escuelas Normales; aunque poco después vuelven a ampliarse por poco tiempo, en 1901 llega a suprimirse el titulo de Maestros de Escuelas Normales.

A partir de 1909 se suceden algunas modificaciones más o menos acertadas, entre ellas, con los decretos del ministro Rodríguez San Pedro se crea la Escuela Superior del Magisterio, inspirada en renovaciones educativas provenientes de Europa y América, y que da ya un tratamiento superior a los estudios para la formación de Maestros; posteriormente con la ley de 1914 que estuvo vigente hasta 1931, los estudios de magisterio se unifican, suprimiendo  las distinciones entre los grados elemental y superior entre otras modificaciones; con este nuevo decreto, las prácticas educativas pasan  a  ser  algo  marginal  y  se  emprende una formación más instruccional; aunque por  otro  lado,  se daba un peso mayor a la formación matemática con dos cursos completos en Aritmética y Geometría y un tercer curso de Álgebra.

La Escuela Superior de Magisterio de Madrid fue un centro de estudios pedagógico de prestigio, y de ella salieron pedagogos que impulsaron la creación  de la Revista de Escuelas Normales a partir de la década de los años 20, que asociaba a todo el profesorado numerario de Escuelas Normales, y que reflejó la vida y desarrollo de las Escuelas y el movimiento pedagógico nacional e internacional, en el periodo político entre la dictadura de Primo de Rivera y la II República.

La llegada de la II República supuso una apertura hacia las líneas reformistas europeas en materia de formación de maestros, y satisfizo mayoritariamente las medidas y demandas que se venían solicitando respecto a esta formación más profesional y de prestigio, acercándose más al ámbito universitario.

Se inicia entonces, una amplia y profunda reforma, impulsada por Rodolfo Llopis, Director de la Revista de Escuelas Normales desde 1927. Con ello el nuevo plan organizaba la formación de maestros en tres cursos, con asignaturas de carácter pedagógico y social, otras de didácticas especiales y un tercer  bloque de materias artísticas y prácticas. Este plan incluía también un curso de prácticas al acabar la carrera, remunerado, a efectos de colocación profesional. Esta reforma colocó a las Escuelas Normales en una situación avanzada en Europa, pero este impulso no duró demasiado.

Con la guerra civil, la Escuela Normal sufrió una fuerte “depuración”, y los Centros pasaron a una situación de incertidumbre, abandono y precariedad, y tardaron  décadas  después  de acabar la guerra, hasta llegar a los años 70, en recuperar su nivel.

A partir de la ley de Educación Primaria de 1945 se establece la nueva ordenación de la formación de Maestros, así se vuelve a establecer la separación por  sexos,  dando  lugar a las Escuelas de Magisterio masculinas y femeninas. Se fija el ingreso  en las Escuelas Normales mediante un examen desde el nivel de bachillerato elemental y se organiza la formación en tres cursos que daban un peso importante a asignaturas de educación religiosa, física o política, en detrimento de otras de capacitación profesional. Esta normativa, con algunas modificaciones, quedó vigente hasta 1967.

A partir de 1967 se recupera la denominación de Escuela Normal, y se pasa de nuevo a dos cursos de estudios y un año de prácticas, confiriendo mayor peso a asignaturas de carácter pedagógico y de didácticas especiales. Posteriormente con la ley de 1971, la formación de los maestros vuelve a la enseñanza superior con la creación de las Escuelas Universitarias del Profesorado de Educación General Básica y se estructuran los estudios en tres años para la obtención de la Diplomatura de Maestro de EGB. La normativa de esta ley indicaba la necesidad de capacitar al maestro para el desempeño de la enseñanza en la primera etapa de la Educación General Básica, además de la especialización en una de las tres ramas que se establecieron para la segunda etapa: lingüística, ciencias humanas y matemáticas-ciencias naturales.

El plan 71, ya con el profesor Martel como Director de la Escuela de Formación del Profesorado de EGB de Las Palmas, sufrió algunas modificaciones, entre ellas la que hubo en el año 77, en la que se implementaban 4 especialidades: Ciencias, Ciencias humanas, Filología y Educación Preescolar; hasta llegar a la Ley Orgánica General del Sistema Educativo (LOGSE), en 1990, en que se crean las especialidades de Magisterio de Educación Infantil, Educación Primaria, Educación Física, Educación Musical, Educación Especial, en Audición y Lenguaje y en Lengua Extranjera, en detrimento de una formación a todos los maestros más generalista para la enseñanza inicial obligatoria.

La Ley Orgánica de Educación (LOE) de 2006 y la adaptación al Plan Bolonia, llevaron a la implantación de los vigentes Grado en Educación Primaria  y  Grado  en  Educación  Infantil,  que han incrementado el periodo de formación del Maestro a cuatro años (240 créditos europeos), y vuelve a aumentar  el  peso  curricular  en  didácticas de disciplinas especiales como las Matemáticas, que había sufrido una considerable reducción con el plan anterior.